Artículo de Adrián Varela Pomar, Educador Social desde las trincheras, que ya colaboró en EducaBlog con La Contención Física vs Malas Praxis (parte I y parte II)
Existen multitud de ejemplos donde el cine rinde homenaje al universo de la educación. Podemos decir que, si hay una profesión que ha sido idealizada por el séptimo arte –aparte de la de médico-, esta ha sido la de profesor. Todos tenemos en mente títulos clásicos como “Rebelión en las aulas”, “El club de los poetas muertos”, “El milagro de Anna Sullivan” o más actuales como “Profesor Lahzar”, “La clase”, y joyas de la categoría de “Ser y tener” o “Ni uno menos”. Pero resulta mucho más difícil encontrar un título que se acerque al mundo de la educación social. “Las vidas de Grace” (Short term 12), es el homenaje que el director hawaiano Destin D. Cretton dedica a todos aquellos educadores y educadoras que trabajan en el sistema de protección de menores.
Con “Las vidas de Grace”, Destin D. Cretton nos muestra, con la autoridad de alguien que conoce de primera mano la realidad sobre la que habla, la vida de un grupo de educadores y educadoras veinteañeros y los menores de los que se hacen cargo. Nacida de su experiencia como cuidador en un centro residencial para adolescentes en California, antes de dedicarse al cine, el joven director nos permite, por una vez, disfrutar de la educación social en la pantalla grande.
La acción de la película gira entorno a Grace, educadora responsable del centro residencial “Short term 12”. Papel interpretado con exquisita brillantez por la estadounidense Brie Larson. La actriz desarrolla un personaje profundo y delicado, lleno de matices y especialmente sensible a la realidad con la que trabaja. Grace revive su difícil pasado cuando una nueva inquilina llega al centro residencial. En un segundo plano se sitúan los papeles masculinos interpretados el primero, por John Gallagher Jr. como Mason, y Rami Malek en el papel de Nate. Ambos personajes masculinos representan los distintos momentos de la experiencia del propio director, que lo expresaba de este modo durante una reciente entrevista:
“El personaje de Nate representa cómo eran los primeros meses trabajando ahí. Me sentía realmente fuera de lugar, incómodo e inocente. Y también pienso que el personaje de Maison representa un modelo. Me hubiese gustado ser alguien con ese optimismo”. Destin D. Cretton.
Desde luego, dos perfiles con los que todos los educadores y educadoras sociales que hemos pasado por este tipo de centros, nos podemos sentir identificados.
Más que como aficionado al cine, pues estamos ante una pequeña joya cinematográfica, me gustaría hablar de la película como educador social. Son muchos los aspectos que se pueden resaltar de la película. Pero quizás el más interesante sea el qué, de manera muy inteligente, utiliza el director para articular la historia. Destin D. Cretton sitúa a Grace ante tres elementos que explican la complejidad de un trabajo como el de educador o educadora en un centro de protección.
Grace respecto a los menores con los que trabaja. Esta primera cuestión es tratada con elegancia, sin excesos dramáticos, y como no podía ser de otra manera, muestra el estado en el que llegan los menores a este tipo recurso. Sus historias personales, y el enorme reto que supone el trabajo con todos y cada uno de ellos.
Grace respecto a sí misma. En este nivel el director muestra, con el estilismo característico del cine independiente americano, la influencia que las vivencias y la personalidad de la protagonista tienen en su trabajo. Quizás una variable en la que pongamos poco énfasis a la hora de analizar el sistema de protección de menores. Existe una extensa literatura académica sobre los menores que pasan por los recursos de protección pero, ¿Qué sabemos sobre los educadores y educadoras? ¿Cómo influye nuestra propia vida y experiencias en los menores con los que trabajamos? ¿De qué manera nuestros rasgos personales condicionan las intervenciones que llevamos a cabo? Hace ya algún tiempo que defiendo la idea de que, este aspecto supone un factor determinante en la intervención socioeducativa en los centros de protección. Resulta muy interesante ver como, en esta ocasión, es tratado con la importancia que merece.
Grace respecto al marco institucional. Destin D. Cretton nos muestra un entorno institucional ajeno a los problemas reales de los menores, poco comprensivo con las dificultades que los educadores y educadoras tienen en su día a día para mantener a flote un centro residencial. Un medio institucional excesivamente burocratizado, y que, en ocasiones, está en connivencia con las situaciones de maltrato y vulneración de derechos. Quizás uno de los elementos que salen peor parados en la película, aunque el director deja la puerta abierta a la esperanza y el optimismo.
En definitiva, “Las vidas de Grace” (Short term 12) resulta ser un título a tener en cuenta por educadores y educadoras sociales. Nada explica mejor el trabajo en un centro de protección que la escena que abre la obra. Desde un primer momento el director es capaz de generar una complicidad especial con todos aquellos que en algún momento de nuestro ejercicio profesional hemos pasado por un centro de protección. Una película que como educadores y educadoras sociales no os dejará indiferentes.