Hace varias semanas leí una interesante entrada en la que alumnado del segundo curso de Educación Infantil imaginaba cómo podría ser su futuro como docentes en un mundo eminentemente «tecnológico»
Ciertamente, algunas ideas eran brillantes y muy creíbles, como las mesas interactivas que se pliegan en el suelo o la incorporación de las gafas de realidad virtual y de las imágenes holográficas.
Incluso el alumnado podrá acudir a clase por medio de un avatar y en este mundo más digitalizado que nunca, según parece, el profesorado no podrá ser sustituido por robots, «ya que el afecto humano es imprescindible para el aprendizaje»
…Y yendo más allá…En referencia a la Educación Social dentro de una perspectiva integral de la educación, ¿Cómo serán l*s educador*s sociales del mañana?
Echando la vista atrás para coger impulso, como educador de calle, no imaginaba los cambios que estaban por venir en estos últimos años.
El móvil, ya por entonces era una herramienta útil para contactar con chavales mediante una llamada, que no siempre era correspondida ante lo invasivo que resultaba o un mensaje de texto, que quedaba sin respuesta ante la falta de saldo.
Uno no deja de tener cierta nostalgia, pensando en el reto y en el desafío que suponían estas circunstancias, pero pronto se supera y no cabe sino rendirse a las facilidades de los «teléfonos-ordenador», ya que lo de llamarlos teléfonos inteligentes… Dejemos la inteligencia para las personas por ahora.
Las redes sociales han transformado nuestros estilos de relación y por supuesto más aún el de los y las nativas digitales, es decir, nuestros chavales y chavalas.
Podemos vivir ajenos a esta realidad y creer que sólo la intervención presencial es la importante, pero…cada vez más la identidad «real» de las personas tiene un componente digital destacado, y negar tal hecho es poco menos que taparse los ojos con un pañuelo impregnado de inmovilismo.
Sí uno de nuestros cometidos principales es acompañar, y negamos nuestra labor en un espacio tan importante en la actualidad y en el futuro, como es la red, ¿estaremos incurriendo en una irresponsabilidad profesional? ¿estaremos empezando a ser incompetentes?
Hace un par de semanas, en una «lonja» de jóvenes estuvimos viendo un vídeo de un tal «Rubius» en Youtube. Yo hasta aquel momento no conocía más que de oídas o de manera superficial estas personas que graban partidas de distintos videojuegos de moda, e incluso realizan humor en relación a los mismos, eso sí, deciros que es sólo apto para fans.
El caso es que el canal de este joven tiene más de 15 millones de suscriptores, ¡y yo sin conocerlo!
Estuvimos hablando sobre por qué la gente era capaz de ver un vídeo de una persona jugando a un videojuego y comentándolo durante más de dos horas, estuvimos conversando sobre quedarse atrapado en ese mundo y no hacer otras cosas.
Os aclararé que no me he suscrito al canal del «Rubius», pero eso sí, sigo redescubriendo el mundo con nuevos filtros, con nuevas miradas, ese mundo tan fascinante como imprevisible…tan bello como cambiante…tan real como virtual…
Dudo que en un futuro l*s educador*s sociales seamos sustituidos por robots, porque, como dice el alumnado, es necesario el afecto, la piel, la sangre y el calor, pero…
¡Cuidado con negar el mundo virtualizado que está por venir…!
«¿Quién acompañará a las generaciones actuales y sobre todo a las venideras en el mundo virtualizado? Y sí no somos nosotr*s… ¿Quién tomará ese cometido? ¿Y con qué intenciones?»