Autor Educablog

febrero 26, 2018

Se asomaba recientemente, en este universo mágico de internet y las RRSS en ocasiones selva mediática, un texto curioso de la escritora Jess Brown, donde disertaba desde su posición como mujer, en relación a cierta intimidad genérica de los hombres. Como todo texto que circula por la Red, fue tan apaludido como vilipendiado, por lo que Educablog se puso a gestionar, una posible (y hoy real) colaboración de una educadora social, la estimable Malu Bizcocho Antunez, para que nos analizase critícamente y desde la perspectiva de género, dicho relato.

Aqui les dejo con el certero, rudo y en ocasionees clarividente, texto de la compañera Malu. Espero que lo disfruten.

Si las mujeres entendieran – Análisis desde la perspectiva de género

Como suele decirse popularmente: “no te preocupes, ocúpate”. Siempre me gustó ese dicho porque transmite algo que si entendiéramos realmente, sería maravilloso y muy útil para nuestras relaciones interpersonales y de las personas consigo mismas. Si lo entendiéramos realmente, tomaríamos la responsabilidad individual y viviríamos desde ella, sabiendo distinguirla de la “culpa”, concepto ancestral, ligado a las religiones, y enraizado en nosotras y nosotros hasta la médula.

Este artículo no me ha sonado a responsabilidad individual, me ha sonado a culpa. Además, a una culpa combinada con sus eternas acompañantes favoritas: las mujeres.

Para comprender este análisis de texto es imprescindible estar en disposición de plantearnos lo que creíamos inamovible de nuestros ideales, y estar en disposición de sentir al Feminismo como un movimiento digno de enseñarnos muchas cosas. Asimismo, para hacer más comprensible este análisis, señalaremos los elementos que se contraponen a la Igualdad encontrados en este texto de Jess Browne, y luego parafrasearemos y justificaremos los porqués.

– En primer lugar, observamos que el carácter del texto es hetero-normativo, y que está tintado de una ideología patriarcal y paternalista. El texto, está dirigido a las mujeres especialmente. La finalidad o intencionalidad de apelar al sexo femenino, es decirnos qué nueva mirada deberíamos integrar, y hacia dónde deberíamos dirigirla (los hombres heterosexuales, sus sentimientos y su bienestar). En definitiva, trasladarnos una enseñanza para nuestras vidas y decirnos cómo no ser y como ser para “hacerlo mejor”. Pero qué es mejor, ¿agradar?. Y, ¿a quién?

– En segundo lugar, extraemos del texto la idea de la complacencia femenina, el agrado, la domesticidad y todas esas cualidades y acciones que deben definirnos a las mujeres por el simple hecho de serlo. La nueva mirada a la que el texto hace referencia, debe ser comprensiva y evitar las comparaciones:<<lo molestas que son las comparaciones con”el marido/novio de”>>. Todas las consideraciones son pocas, cuando se trata de definir y de opinar sobre el comportamiento de una buena mujer. Y es que, al fin y al cabo, este texto pretende servirnos a las mujeres de guía de buenas y malas prácticas, para con los hombres, claro.

– Para continuar, el binomio de lo masculino y lo femenino, unido al mito del amor romántico, aparece invisibilizando otras orientaciones sexuales e identidades de género de las personas, y uniendo la feminidad con el deseo de cuidar (que no del autocuidado), y de ser el principal amor y apoyo de los hombres en la intimidad, en lo doméstico, en lo emocional…Esta idea de la autora se corresponde con el mensaje que deja ver el extendido refrán de “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. Y citamos textualmente de Browne : “comprenderíamos que somos lo que le da sentido a sus vidas… Al final del día, donde se acaban las bromas,donde no hay público ni formas, donde solo queda un hombre y sus latidos,ahí estamos nosotras…”. Además, cuando la autora dice “con el que cada una eligió”, añade voluntaria o involuntariamente el carácter eterno y definitivo de un amor romántico o para toda la vida, no dejando en buen lugar la legítima (y en muchas ocasiones, muy saludable) decisión libre de elegir a diversas personas, con el fin de compartir lo que desees con aquellas compañeras o compañeros de vida libremente y sin responder a la moral hegemónica y heteropatriarcal establecida.

– Asimismo, observamos que nuestro ser, como mujeres, se puede entender y construir en una relación de subordinación a la existencia masculina: la primera, la legítima, o al menos, la única que se describe en el texto.

– Por otro lado, entiendo como urgente y necesario pasar de culpar a las mujeres, a responsabilizar a la sociedad de la educación no igualitaria y dividida por sexos, que construimos y recibimos. Optar por un enfoque responsabilizador y constructivo posibilita un cambio social fundamental así como saber identificar la verdadera raíz del problema, que ni mucho menos es un problema de comprensión femenina: “si las mujeres entendieran… que los hombres también tienen miedos, pero sin tanto permiso para mostrarlos”. Una educación igualitaria permitiría a cada ser desarrollarse libre y responsablemente, despojándose de los roles de género y de las presiones de éstos: por un lado, de los hombres, “lo que es tener que ser valiente, poderoso y exitoso a toda hora”, así como mostrar virilidad y posicionarse claramente en la sexualidad para no caer en estigmas vulgarmente transformados en insultos como<>, y por otro lado, aquellas presiones de las mujeres por el simple hecho de serlo, de las cuales no se menciona ninguna en el texto, que a por el contrario no se priva de calificarnos con toda tranquilidad (y generalizando) de charlatanas, en contraste del silencio que a veces necesitan solamente ellos, parece ser: “Que necesitan silencio como nosotras charla”.

– Al hilo de lo anterior, si entendemos el mito de la belleza de Naomi Wolf, sabremos identificar de qué manera se naturaliza la evaluación de nuestros cuerpos de mujer, el poder opinar sobre ellos prácticamente en todas las esferas sociales: “Que valorarán mucho más el exceso de sonrisas que 3 kilos menos”, la sexualización de los mismos como si estuviesen hechos para el pecado… Todo con el fin de que quienes nos valoren y aprueben no seamos nosotras mismas, sino sea siempre la sociedad hegemónica y heteropatriarcal (aunque mediante mecanismos como la competitividad femenina y la bajada de la autoestima de las mujeres parezca que somos nosotras las principales verdugas y legitimadoras de nuestro propio mal: de nuevo las únicas culpables)

– Para finalizar esta enumeración algo concisa pero clara, deberíamos situar en el punto de mira, la urgencia de una adecuada educación e inteligencia emocional como respuesta a “la necesidad que tienen de un abrazo que no siempre saben pedir, las lágrimas que no se animan a llorar”. Todos y todas por igual y desde la responsabilidad colectiva pero también individual, deberíamos preocuparnos por entender e incidir en esto y en muchas otras barreras por razón de género.

Para concluir, diré que hay tanto por lo que todos y todas necesitamos luchar todavía, que la polarización hacia una de las partes, las mujeres o destinatarias del texto, (que somos a su vez la mitad de la población de nuestro mundo) me resulta contraproducente entre otras cosas. Cosas, como el peligro de perpetuar a las mujeres como las eternas educadoras y cuidadoras universales, en perjuicio de su propia seguridad, salud y bienestar y sin tener en absoluto en cuenta la todavía pendiente conquista de nuestra integridad física, moral y de derechos que nos pertenecen y se nos arrebatan todavía.

Por ello, quisiera mostrarme tajantemente en contra de la siguiente idea expresada en “Si las mujeres entendieran” de Browne: “si las mujeres bajáramos un poquito la guardia, los reproches y reclamos, si pudiéramos incrementar las sonrisas, los brindis y la picardía, y si los dejáramos hacer sin tanto mandato ni expectativa, comprenderíamos que somos lo que da sentido a sus vidas”. Y es que, si las mujeres y los hombres entendiéramos, que de descuidarnos más en beneficio de los demás y en nuestro perjuicio, más aún de lo que las mujeres ya lo estamos haciendo vistas las estadísticas (de feminicidios, violaciones, agresiones verbales o acoso callejero, trabajo doméstico gratuito, brecha salarial, techo de cristal…), sería un suicidio femenino y por tanto global.

Si las mujeres y los hombres entendiéramos que sería impensablemente perjudicial llegar (o volver) al punto donde no somos ciudadanas de primera, donde no se nos valora y donde sólo existimos en tanto que “mujeres, novias, madres, hijas, hermanas o amigas…” y no en tanto que personas completas… Si entendiésemos que nosotras tenemos otro fin en la vida que gustar a los demás… Sólo quizás así, los hombres y las mujeres entenderíamos que nosotras tampoco nacimos para sonreír porque sí.

Cada “encontrarás al hombre de tu vida” me guió para encontrar a la mujer de la mía: yo.
María Murnau (Feminista ilustrada).

Artículo Malu Bizcocho Antunez (educadora social)

Ilustraciones: Lola Vendetta

Sobre el autor

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