marzo 15, 2020

Madrid 12 de Marzo de 2020. No sé qué tiene este mes en el que todo pasa. Hoy se ha vivido el ‘día D’ en Madrid, el virus ha avanzado y ya lo tenemos en nuestro entorno cercano, ya casi todo el mundo que conozco, conoce a una persona contagiada, o a la espera de realizarse la prueba. Esta mañana he acudido al trabajo y nos han informado del cierre del centro. Trabajo en un centro de Servicios Sociales de un barrio de la ciudad, desde el lunes solo atendíamos urgencias y hoy hemos cerrado, indicación que llevábamos esperando varios días. Para mi hoy ha sido mi ‘día D’, pero imagino que para otra gente este día ha ocurrido con antelación u ocurrirá mañana.

Es difícil ser educador social en esta época. Es difícil cerrar tu intervención e irte porque tu ayuda, tu institución per se, se convierte en un posible foco de infección. Nuestra vocación nos empuja a salir a la calle a intervenir, a ver qué podemos hacer, en qué podemos ayudar a nuestros colectivos, convirtiéndose todo este movimiento en una gran negligencia. Calma, madurez profesional y protocolos es lo que necesitamos, y sobretodo lo último brilla por su ausencia. Los servicios que no somos de urgencia, tenemos que realzar seguimiento de nuestros usuarios de forma telemática, no es el momento de intervenir, es el momento de sostener, acompañar y proteger a los colectivos más vulnerables.

Es difícil ser educador social en esta época, pero aún más difícil es quedarte en la brecha, dentro de la atención social hay muchos profesionales necesarios todos los días de año y que en estos momentos se hacen imprescindibles. La intervención diaria de residencias de infancia, discapacidad o mayores, son solo algunos ejemplos de instituciones o programas que no pueden cerrar. Albergan muchas personas juntas, pocos recursos ya de base, infraestructuras débiles y generalmente poco personal.

Trabajadores, educadores y sanitarios que tienen que combatir dos luchas: una, el día a día de su trabajo, gestionar, realizar protocolos, atender a los usuarios, exigir respuestas a las Comunidades Autónomas (que en el caso de Madrid son inexistentes); la segunda lucha más interna, mucho más difícil, es asumir que conviven expuestos y exponiendo a su propia familia, son a la vez riesgo y respuesta. Conviven con la presión día tras día. Ellos son hoy los protagonistas de la intervención y sobre ellos se asienta lo poco que queda en Madrid de la cobertura social.

Entonces ¿qué hacer como colectivo?

– Sobretodo reconocer el trabajo invisible de toda la gente que ahora mismo está soportando los servicios sociales de urgencia. Ellos junto con los sanitarios o el reponedor del Mercadona hacen que resistamos.

– Exigir, alzar la voz, reclamar. Los que aún estamos trabajando necesitamos políticas sociales y protocolos de actuación. Luchar por sostener a nuestros colectivos vulnerables e intentar que en esta crisis tengan una atención básica.

– Visibilizar nuestra profesión y el trabajo de todos los profesionales que están trabajando en el ámbito social. Difunde, hay mucha gente que no sabe que existimos.

– Reflexionar. Hay muchos profesionales trabajando para empresas que no asumen ninguna medida con sus trabajadores, los sobreexponen y piensan más en no perder dinero que en apoyar a sus profesionales o a sus colectivos de actuación. Otros directamente se han ido a la calle cuando ha empezado todo a golpetazo de ERTE. Denunciadlo. Cuando todo se calme será el momento de hacer balance. Igual la sociedad descubre un secreto que llevamos voceando años: “La privatización de los Servicios Sociales es una puta mierda, tanto para los colectivos como para los trabajadores

– Y por último, como profesionales de la educación social, tenemos una gran labor educativa con todo nuestro entorno familiar, social y laboral. Estamos sufriendo una crisis sanitaria, hay que trasladar a las personas que la responsabilidad individual de cada uno recae en la sociedad. Hay que cambiar nuestra forma de vida, debemos aislarnos y aislar a nuestros dependientes. Combatir el discurso de: “No si da igual por mucho que hagas lo vas a pasar, hay que hacer vida normal”. Lo sentimos, pero si la gente no tiene sentido común es el momento de trasladárselo: ¡NO SE HACE VIDA NORMAL! Se hace vida lo más aislada posible, no se viaja, no se va al bar. Me da igual que tú tengas la gripe corona, lo que no quiero es que por tu irresponsabilidad la propagues y acabe contagiándose mucha más gente. #Yomequedoencasa.

Hablo de la intervención social porque es el sector que conozco, pero estoy segura de que esta situación es extrapolable a otros muchos sectores que también les toca mantener la sociedad. Sectores también invisibles o sectores mucho más visibles como la Sanidad, que están igual de privatizados, precarizados y mal cuidados. Ahora estamos en sus manos. Ahora les toca hablar y actuar a ellos y cuando todo pase tendremos que reflexionar sobre el modelo de sociedad que queremos.

Sobre el autor

Sara Del Río

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  1. Buenas tardes, soy educadora de en CRAE en Barcelona. La situación está siendo realmente complicada, en mi caso trabajo con 20 chicas adolescentes. El espacio del centro es reducido para un confinamiento y en el 5° día la tensión ca en aumento. Propongo crear un espacio donde intercambiar ideas e iniciativas que estén siendo positivas en otros lugares. Mucho ánimo y fuerza para todas las personas vque trabajan en este sector

  2. para Brigida:

    jugar a las cartas y/o grabad el MAME (emulador de juegos antiguos de maquinas recreativas, son exactamente las mismas versiones de las maquinas, y por supuesto es gratis) en ordenadores que tengáis por ahi

    y ahora que ya se puede salir, a las cartas y los juegos de ordenador, le sumáis hacer merendolas e ir al monte o la playa

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