Autor Bea Gomez

noviembre 25, 2020

Las pandemias sí saben de géneros, y magnifican las desigualdades. En esta pandemia del Covid-19, las mujeres estuvieron y están en primera línea en esta emergencia sanitaria global, pues son las mujeres, como en todas las crisis, guerras, etc. siempre las más perjudicadas. En este caso las mujeres son doblemente víctimas: del virus y del machismo. Son sujetos expuestos a multitud de enfermedades para las que el patriarcado no quiere encontrar vacuna.

Las profesiones feminizadas fueron y son el puntal de contención del virus, evitando su expansión y propagación, por eso es esencial reconocer el trabajo de las mujeres, especialmente relacionado con los cuidados, tal y como el feminismo lleva demandando décadas.

No es que diga yo que las mujeres estamos en primera línea como soporte fundamental del sostenimiento de la vida, basta echarle un vistazo a los datos que indican, por ejemplo, que el 70% del personal del sistema sanitario son mujeres, aunque se continúe hablando de “médicos y enfermeras”, o que el 89% de las reponedoras y cajeras son mujeres, como el 97% de las empleadas de hogar, el 81% de las psicólogas tituladas, o el 71,6% de las farmacéuticas.

Las mujeres comenzaron esta emergencia sanitaria con una tremenda desigualdad laboral y económica. A lo largo de los últimos años, diversos sindicatos y organizaciones ya dieron la voz de alarma sobre la enorme brecha de género existente en nuestro mercado laboral, que en vez de reducirse se fue agrandando desde la crisis financiera de 2008.

En el mercado laboral se van a resentir los trabajos precarizados, que son los más feminizados, y la consecuencia será que se precarizarán todavía más, por lo que probablemente veamos más paro femenino, pero el confinamiento dejó en evidencia otra realidad: la de las mujeres que sufren violencia de género, pues existen pruebas evidentes de que, en tiempos de precariedad económica e inestabilidad social, explota la violencia machista.

El encierro de las víctimas con sus maltratadores también puede redundar en situaciones de mayor dependencia o menos recursos y empoderamiento para romper esa situación, y durante el confinamiento domiciliario, se olvidó que las casas pueden convertirse en un infierno para muchas mujeres. Muchas mujeres se vieron obligadas a callar, a pesar de estar en peligro, por no tener otro lugar al que ir o por no atreverse a denunciar en un momento tan delicado en el que la sociedad estaba más ocupada en luchar contra un virus que en salvarlas de una muerte anunciada.

Según datos del Ministerio de Igualdad, en la primera quincena tras el estado de alarma a principios de año, las llamadas al 016 aumentaron un 18,2% respeto a la quincena anterior. Los datos indican que pasaron de 23 consultas a 85 en solo 15 días. Todo eso en un contexto de convivencia que hace especialmente difícil cualquier movimiento, porque lo primero que busca el maltratador es aislar a la víctima, y el confinamiento es la coartada y el escenario perfecto para hacerlo.

El Informe del Consejo General del Poder Judicial, presentado en marzo, indicaba que en 2019 hubo 168.957 denuncias por violencia de género. Esta cifra sirve para medir la magnitud del problema más allá de su expresión más cruel, que son los asesinatos.

La realidad constata día a día, por desgracia, que este tipo de violencia no cesa, por lo que es esencial seguir trabajando la prevención, información, intervención… porque las mujeres no nos resignamos, nos va la vida en ello.

Se podría crear un protocolo de emergencia para la atención a mujeres en situación de especial vulnerabilidad entre FEGAMP, Xunta de Galicia, Diputaciones, Subdelegaciones del Gobierno y los diferentes Colegios Profesionales que gestionen, con profesionales especializadas, atención psicosocial o reforzar la atención a las mujeres, sobre todo en el rural, mediante atención telefónica e incorporando en los equipos de los Centros de Información a las Mujeres a las profesionales de la Educación Social para favorecer una intervención interdisciplinar y asegurar el acompañamiento socioeducativo a las mujeres y niñas y niños víctimas de violencia, así como habilitar líneas de ayuda económica de manera inmediata, a disposición de las mujeres desde el momento en que abandonen el domicilio por situaciones de violencia machista.

El 25 de Noviembre se conmemora el Día Contra la Violencia de Género, pero hace falta, todos los días del año, tomar conciencia y reconocer lo femenino, que suele estar estigmatizado, como importante. Hace falta más feminismo como propuesta, como visión de largo alcance, como horizonte morado y como resistencia. Porque todos los días son 25 N.

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Bea Gomez

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  1. nada nuevo bajo el sol

    parte de las consecuencias de un país con leyes ridículas y en el que LOS DE SIEMPRE actuan siempre por y para su egoismo, pero con la típica apariencia de siempre de actuar tarde y mal, como de costumbre

    hasta que no maten a nadie, no haran nada, o ni aun asi

    ¿¿tanto les cuesta separar a las mujeres de sus maltratadores metiéndolas en pisos vacios que haya por ahi?? si pisos vacios los hay a patadas, a LOS DE SIEMPRE eso le costaría bien poco

    o segun y como, les saldría rentable, porque esos pisos, en vez de estar abandonados pudriéndose (y si no se meten okupas, que es peor porque los destrozan y SE DEVALUAN), vive gente que los mantiene y cuida

    (joder, que luego los podrán vender mas caros, si es que aun pensando con el egoismo saldría mas rentable, PERO PARECE QUE LES SALGA MAS RENTABLE TODAVIA QUE SE MUERA MAS GENTE…)

    una forma mas (de tantas) que LOS DE SIEMPRE tienen para deshacerse de las personas que no les son rentables

    UN PAIS BASADO EN EL EGOISMO SOLO PUEDE FUNCIONAR MAL Y HACER EL RIDICULO (y supongo de ahi esa palabra «SPANIARD» con la que nos definen los extranjeros, que tan mal suena, como una mezcla entre «español» y «bastardo», que salta a la vista que es un insulto)

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