He de reconocerme como un escaso admirador del célebre Bugs Bunny. Acostumbrado quizás a personajes perdedores, ensoñadores o secundarios como Jaca Paca, Súper Coco, Pequeño Tío o el señor Nilsson, se me hacía imposible no adherirme al título que hoy nos ocupa como elemento reconocible del mencionado cartoon rabbit.
Hace semanas, fui invitado nuevamente como docente o ponente socio-educativo a compartir con l@s alumn@s de Educación y trabajo Social de una prestigiosa universidad bilbaína. Cada vez que me adentro en esos recintos, es como si me recorriese por todo el cuerpo, una brisa o tenue corriente de aire fresco. Un desodorante natural, que de un plumazo, parece envolverte y evocar a los más íntimos, bellos y felices recuerdos estudiantiles.
Sensaciones agradables y reconfortantes, capaces de mitigar y revitalizar el cansancio o temibles rutinas del trabajo cotidiano. Intento mirar hacía adentro, rebuscar en el cajón desastre de las emociones y no atisbo a encontrar grandes respuestas al porqué. En uno de esos ratos libres de divagaciones, de búsquedas imposibles, me surge la conjetura comparativa con otro ciclo vital de la vida:
¿Y este bienestar que siento o percibo, será parecido al que disfrutan las personas mayores cuando conviven con tiernos infantes afectivos o reciben visitas juveniles en los centros residenciales, para aprovechar y contar sus “pequeñas” (grandes) historias de vida?
La Universidad está llena de mentes inquietas, de educadoras sociales con dudas, ávidas de enfrentarse a próximos retos, de gente revolucionaria que quiere cambiar el mundo y de algún que otro resultadista que pasaba por allí y no iba a desaprovechar la ocasión para sacarse un Grado. Hay gente que incluso en sus silencios, parecieran evocadoras. Jóvenes agradecidos y personas comprometidas. También existen quienes planifican el fin de semana y la próxima casa rural a habitar, con suministros etílicos mediante. Todos ellos, suman. Quizás no lo sepan, quizás no ahora, pero sumarán.
Pero también en la Universidad me encuentro con viejos compañeros/as. Mientras les explico a los dos tutores titulares, mis próximos retos o caminos profesionales a los que deseo dedicarme, uno de ellos ratifica mis augurios: “en los últimos dos años, me estoy encontrando que varios, cada vez más, profesionales con largas trayectorias en la educación social, se están volviendo a la Universidad: para adentrarse a futuro en la docencia o para formarse más ampliamente y retomar en otro ámbito distinto al que ha ejercido en los últimos 15, 20 o 25 años”. Los tres fuimos condescendientes y optamos por no mentar a la bicha, aunque la tuviésemos presente: quemamiento.
Sea como fuere, más pronto que tarde, volveremos a entonar tan insigne apotegma. Que se vaya preparando la educación social: ¿qué hay de nuevo, viejo?
todo eso esta muy bien, pero lo malo es que «solo puede ocurrir UNICA Y EXCLUSIVAMENTE en un sitio DE PAGO»
unos estudios DE PRIMERA NECESIDAD deberian ser GRATUITOS, para que el mayor numero posible de personas los estudie y trabaje de ello
¿¿no hay FP de esto?? ¿¿porque??
es muy curioso:
-si quieres un trabajo lucrativo (que por desgracia es necesidad que sea lucrativo, para ganarse uno la vida, logico), es gratis estudiarlo
-si quieres un trabajo MUY lucrativo, entonces tienes que PAGAR para estudiarlo, y logicamente, cuanto mas lucrativo es, mas dificil es (y por lo tanto, te costara mas dinero, ya que suspenderas mas)
-si quieres un trabajo para AYUDAR A LOS DEMAS (poco o nada lucrativo, algo lucrativo tiene que ser a la fuerza, porque de algo tienes que vivir, logico), como teologia, educacion social, y otros del estilo, TAMBIEN TIENES QUE PAGAR DINERO
yo creo que con esto queda en evidencia que no se quiere que se ayude a los debiles
y el resultado es el pais que tenemos, en vias de sub-desarrollo
viendo hacia donde vamos, a la velocidad que vamos, y desde cuando vamos asi, (desde poco despues de acabar la EXPO) ¿¿aguantaremos lo que queda de decada sin formar parte del tercer mundo??